Correr o morir by Kilian Jornet

Correr o morir by Kilian Jornet

autor:Kilian Jornet [Jornet, Kilian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Deportes y juegos, Memorias, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2011-05-31T16:00:00+00:00


5

ENTRE AGUAS

El sol ha alcanzado ya su punto más alto y empieza su lento declive hacia el oeste. La luz de la mañana presagiaba un día espléndido y radiante, pero con el paso de las horas el cielo azul se ha ido encapotando y las nieblas de los valles se han instalado sobre las cumbres, dejando traspasar la suficiente luz para alumbrar el paisaje pero no para calentar el día. Hace ya unas horas que he dejado la idílica cabaña donde he pernoctado y, después de tantas noches sin dormir, el reposo me ha dado las fuerzas que precisaba para poder seguir corriendo e intentar encontrar lo que persigo, o lo que me persigue. Solo sé que debo seguir mi instinto para que me marque el camino correcto para alcanzar mi sueño.

Los amplios prados alpinos han ido desvaneciéndose para conducirme a unos montes mucho más salvajes, y entre desfiladeros y crestas voy saltando de valle en valle en dirección contraria al camino que dibuja el sol en el cielo.

La gente siempre ha confiado en que sería capaz de lograr lo que me propusiera. Es como si tuviesen muy claro que aquello que parece difícil para los demás es fácil para mí. Quizás sea fruto de la seguridad en mí mismo que transmito, porque siempre veo el lado positivo de las cosas y ante los problemas que se presentan muestro una gran calma. Tengo el mismo aspecto relajado al bajar a comprar al supermercado que diez minutos antes de la salida de unos campeonatos del mundo. Y no es que esté convencido, al contrario, siempre he pensado que no debo ponerme nervioso para realizar algo que me va bien y que además practico y hago unos trescientos sesenta días al año. Es como si a un panadero le temblaran las piernas cuando un día tiene que hacer un pan especial. Al final, el pan es pan y puede salir bueno o malo en función de muchos factores que escapan a las manos del panadero, pero el pan tendrá la misma receta sea un lunes o un domingo.

La única persona que no vio nunca esa seguridad fue Alba. Ella fue capaz de eliminar esta capa que me daba mi inconsciencia y saber encontrar las inseguridades que me carcomían por dentro. O quizás era ella quien quería burlarse de mí y me perseguía con las mismas preguntas que a veces se incrustaban en mi conciencia.

Al regresar a casa después de entrenarme, lo primero que hacía era hacerme con el bote de Nutella y devorarlo hasta vaciarlo, y veía ya a Alba tras mí, esperando para echarme bronca. Y en efecto, al girar la cabeza ahí estaba ella, con los brazos cruzados y la mirada furiosa, aunque yo ya sabía que lo hacía solo para fastidiarme.

—¿Tú crees que podrás ganar los mundiales, el domingo, si cada día te engordas medio kilo a base de chocolate? —me decía con impostada voz de enojo.

—Mmm…, pero si con cinco horas de entrenamiento, y además con el frío que hace hoy, se quema todo —le respondía—.



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